Augusto Rojas Gasco
Dame mujer tu voz que se desborda en aves
tus manos de retama
tu rostro original
tu boca semiabierta dulce y misteriosa
desgranándose en mazorcas.
Abrígame con tu cuerpo en los maizales
para retornar a mi origen
envuelto en el calor de las plantas.
Mírame con tus lágrimas de pañuelo
que corren hacia el sol
hasta sentirme espiga
en tus brazos de rocío y escarcha.
Y reposar así lleno de ti sobre la hierba
sumergido entre tus venas
ingresando en la tierra
con nostalgia de cóndor
al rumor del viento.
De su poemario “Noche de alucinados”
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