jueves, 30 de octubre de 2008

INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA



MARTÍN ADÁN EN LAS CALLES DE LIMA

Danilo Sánchez Lihón


1.

Yote encontré atribulado y ausente Martín Adánen ese bar de Azángaro, en el sin sabor antiguo del no morir, como del vacío absoluto.

Ausculté tu adolorido corazón y tus anotaciones en esa libreta vacilante que guardabas en el sobaco.

Estuve delante tuyo mirándote cuando calzabasal revés tus zapatos. Destornillé pacientemente tu asombro,y asomé por las escaleras empinadas de tus sentidosa ver volar en tus sienes lo vago, terrible,y deshecho.

¡Tus barbas, tu embriaguez y embeleso crecíanesos días hacia el espanto sin límites!

2.

La rosapara ti era lo concreto del absoluto aquítangible; soporte firme del infinito.Su corolala puerta de entrada y la otra tambiénde salida.La única orilla por la cual lo inmortalse abría.

Era, si acaso sirviera decírtelo, la nave en callada en tu alma y en tus ojos. Porque aquella que sólo tú has cantado, no es la flor sino la esencia del ser,más lejos que la genealogía, más allá de la forma y la cosa nacida y de la otra por nacer.

Pero la rosa igual como nosotros además de existencia es grito y espanto. Es síntesis de belleza de todo lo creado y dejado de crear. ¡Y esto último sí te dolía muy dentro en el alma como a mí tu derrumbamiento,porque la rosa brota aquí y allá. ¡Y hay rosas del pantano. ¡Pero no nace así no más un poeta estupefacto!

3.

Tú presentiste la ruta del halcón y el arcoiris de donde yo venía. Pero sólote importaba la frágil barquichuela de la rosa.

Eso sí,rosa de la totalidad, de lo íntimo y absorto,del elevarse, hundirse y a la vez naufragar.

Barca para ti sin ancla,ni línea de flotación para salvarse. Nave en callada,en quien lo hondo del movimiento es estarsesuspendida; en quien lo fugazes la perennidad.

Era lo que te estaba prometido,el tema asignado que te esperaba desde la eternidad. Y aquello que te había de matar:la espera en el camino, la ávida mitad de tu otra mitad.

4.

Perdido y huyendo de ti mismo en la memoria más remota,metido en ese desastroso gabán que uníaslas solapas con un imperdible barato y abusivo.
Absorto en la destrucción más límpida, extasiado en tu tranquila agonía, en esa playa amarilla donde es inevitableser lúcido, y mucho más con tu tremendo desparpajo.

Así anduvimos por bares y guariques de Lince,con tus ojos desorbitados de inevitable felino,abiertos irreparablemente a ver rodar el mundo.

Tú y yo arrojados al vacío sin compasión ni asidero;lanzados a un río pardo, hosco y mísero.¡Viejo con tus setenta y seis años gloriosos y deplorables!


5.

Descendíasesos días al eslabón perdido del lenguaje animal y de la palabra humana.

Al signo exacto del vocablo inserto en su lado inverso. A la unión gutural del pálpito en la raíz griega y latina.

Y entrabas ahí por ser gato que trasnocha,por tu manera de mirar las cosas,al revés,desde dentro y en forma convexa.

Entonces me reí de tu genialidad, como igual lo hice de tu idea de casa que tenía que ser para ti un hospital de locos. No aquella de la percha,la aldaba tras la puerta, con el perro que olisca y ladra moviéndonos el rabo.

6.

Tus cabellos van revueltos desde el pleistoceno del universo,encima del exorcismo de tus ojos sin dormir.

Enfundado en esa capota gris que aún no sabe que a quien abriga es nada menos que a Martín Adán, adoptado así por mono y primer hombre, pero más por cruel y maltratado enemigo de sí mismo.

¡Aunque fue gracias al excesode experiencias arribar a las ideas puras. Y sólo quienes traspasaron el delirio pudieron acceder, hacer girar sus ojos,y sumergirse como tú en la utopía!

Pero tu derrota no fue solo la de tu clase social,ni tú absurdo y renegado aristócrata,con fincas y propiedades en el centro de Lima.

Aquí estás pagando una cerveza, con billetes de quinientos, soles, recién impresos por el Banco de la Reserva,totalmente sospechosos para el mozo que ausculta y rompe ante de tus barbas decrépitasy malolientes.

7.

Yo no sé si tu salvación o tu derrota también sean estas calles que ávidamente recorremos como sueños a pie en esta ciudad sumergida,hasta llegar al bordede lo real que en verdad es un espejismo.

¡Al oasis que el sediento figura y que solo en uno mismoo es engaño o bien existe. Por que uno es a la vez la expectativa, la mirada y el madero que flota, uno la eternidad y la nuez que rebota,uno el paisaje y el ojo que lo descifra,uno el sentido y la palabra que lo recoge.
¡Uno quien mata. Y el mismo quien resarce, perdona y resucita!

8.

¡Qué pocoo nada contenía este mundo para ti!

Ni cruz que se erija ni lanza que atraviese,ni pardo ataúd, ni esposa llorosa.Ni el fingir ni el despertar.

Ni el homicida que se refugia, ni el niño de hambre que fenece. Sólo la eternidadque es abismo y es piedra. Y sobre todo oído.Mudo misterio y atroz soledad.

Dondesucumbió espacio y tiempo,no hay sendero para el pie, ¡y donde todo es arbitrario e incierto!

9.

Viejo de caída violenta y de paradaestática,viendo sin ver: el mar sin flujo,la vela sin viento, en su inmutabilidad.

Túcon el blanco del ojo penetrando en el vacío, en lo intrincadode cada latido.

En la playa arisca y su avestruz intacta,con la uña en la pata y la pestaña en la pupila.

10.

Y así amanecimos ojerosos y absortosen el mercado de Chorrillos,leyéndote yo jubiloso un libro de mitos andinos,abrazado a mi tierra, para luego beber y fumar en la clara mañana de verano.

Y después morir ya solos a quíen el ataúd de una página irremediablemente amortajada,llena de nostalgia, pero más aún:de asombro y de admiración sin límites viejo querido.


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